Homo diversus

15.06.2011 20:56

 HOMO DIVERSUS

 

Giovani Mejía Correa

 

En el ritual amazónico del YURUPARI, los hombres toman las fuerzas, el color, la piel, la capacidad de volar o vivir bajo la tierra, de lo que representa la máscara que utilizan. Aquí la máscara no es para ocultarse, sino para ser el otro, en este caso, los antepasados. Lo que hace que el ritual no sea una representación sino una transformación, lo que permite que un hombre se haga realmente anaconda, o águila no reside en la perfección de la máscara, ni en seguir los pasos adecuados, aunque eso sea muy importante. Lo que permite esta transformación, ser el otro, está en el corazón. Si no es desde y con el corazón, la máscara no transformaría al hombre en el “abuelo anaconda” sino que sería un mero disfraz y haría de un hombre un comediante.  

 

Abadio Green Stocel – Olo Tule

En: El otro ¿soy yo?

 

 

Lo más bello, lo más edificante, que tiene la humanidad es la diversidad, de grupos humanos, de creencias, de pensamientos, de culturas; homo diversus.

¿Por qué los católicos siguen con esa manía tan manida ya de pretender que todos pensemos como ellos, que despreciemos nuestros pensamientos, nuestros saberes, nuestros sueños, nuestras ideas e ideales, para que seamos, creamos y pensemos como ellos?

¿Por qué no tratan de abrir su mente y dejarla que respire otros aires, que se nutra de otros alimentos distintos a los que heredó de los romanos, que toque otras realidades, que escuche otras melodías, otras palabras?

¿Por qué no aceptan que no existe La Palabra, que existen las palabras, que la riqueza de su palabra se enriquece con la riqueza, aún mayor, de las palabras?

¿Por qué no aceptan que no existe La Verdad, porque cada Grupo Humano, cada Ser Humano posee y es libre de poseerlas, sus propias verdades? ¿Por qué se niegan a reconocer esas otras verdades?

¿Por qué tienen que contaminar todos los ambientes con sus ideas arcaicas, sin observar el menor respeto por los otros que no podemos respirar su aire viciado de soberbia, porque nos asfixia?

 ¿Por qué, si basan sus creencias en las enseñanzas de Jesús, no han entendido que a Jesús jamás le interesó arrastrar a nadie hacia Él, que simplemente caminó y en su camino fue regando una semilla de amor, que 2011 años después aún no germina (prueba de ello es que nos seguimos matando los unos a los otros por menos que un plato de lentejas), no porque haya caído en la zarza o en la roca, sino porque ha sido pisoteada por ellos?

 ¿Por qué, si basan sus creencias en las enseñanzas de Jesús, no han entendido que lo único que Él quiso enseñarnos, fue el AMOR AL OTRO?

Y amar al otro significa respetarlo en todas sus dimensiones, respetar su vida, como él quiera vivirla; respetar su cuerpo sin importar la investidura que lleve; respetar su tiempo y su decisión de cómo utilizarlo; respetar sus creencias y sus descreencias, su saber y su no saber, su pensar y esa deliciosa y liberadora actitud de negarse a pensar.

Amar al otro significa escucharlo sin poner sus palabras por debajo de las mías.

Amar al otro significa entregarme a él y no obligarlo a que se me entregue.

Amar al otro significa dejarlo volar y sentirme feliz de que su vuelo sea alto, aunque lo lleve fuera de mi patio.

Amar al otro significa elevar por él mis oraciones, pero no obligarlo ni presionarlo para que participe de mi culto.

Amar al otro significa aprender de él y hacer todo para que él aprenda de mí, pero nunca obligarlo a que piense como yo.

Amar al otro significa ser capaz de dar la vida por él, sin esperar jamás que él dé la vida por mí.

Amar al otro significa renunciar a mis derechos cuando los del otro están en juego.

Amar al otro es amar al otro, sin esperar nada a cambio, ni siquiera que me ame. Porque el amor no es algo que se pide, sino algo que se da.

Amar al otro es compartir con ese otro mi alimento, mis ideas, mis ideales, mis pensamientos, mis creencias, mis sueños, no es obligarlo a que ingiera ese alimento; no es imponerle mis ideas, ni mis ideales, ni mis creencias, ni mis pensamientos, ni mis sueños.

Amar al otro es construir con el otro y no sobre las ruinas del otro.

Amar al otro es caminar al lado del otro, no detrás empujándolo ni delante tirando de él.

Amar al otro es sentirme como el otro, nunca mejor que él.

Amar al otro es, en fin, entender y reconocer que él es otro y que me es prohibido por las leyes de la naturaleza, pretender que el otro sea yo.

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